Historia de la Vida Cotidiana
Textos, conferencias, entrevistas, investigaciones y más.

Retazos de una vida.
Séptima parte

El Seminario de Historia de la vida cotidiana.

Retorno a un pasado ya bastante lejano: los últimos años de la década de los setenta, cuando reinicié mi trabajo académico, con investigaciones sobre las mujeres, la infancia, la educación, la familia y, finalmente, en síntesis, lo cotidiano, en la época virreinal. En 1980, estaba concluyendo la tesis de Maestría en la UNAM cuando mi antigua amiga Josefina Vázquez me invitó a entrar como becaria en su proyecto de historia de la educación. Integraban el Seminario algunos compañeros que salieron poco después y las que han seguido conmigo, ya incorporadas a mi seminario.

No me sorprende que los compañeros comenzaran por rechazarme. Yo era una extraña, que además llegaba sin humildad y sumisión, como habría sido adecuado, sino con planes de trabajo inmediato, investigaciones en proceso, aceptación de cualquier nueva solicitud de trabajo. Agradezco que, poco a poco, fueran cambiando de opinión, desde aquel día en que, junto a la escalera, Valentina vaciló entre seguir a sus compañeras o escuchar mis explicaciones. Poco después todas eran afectuosas y leales. Yo estaba hecha de una madera que ellas no conocían. Me soportaron a pesar de las diferencias y están entre mis mejores amigas.

Incorporarme a El Colegio de México era el mayor logro imaginable en mi rezagada vida académica y sentí el riesgo de quedar fuera cuando mi primera propuesta de publicación fue rechazada por los compañeros del Seminario de la Dra. Josefina Vázquez. Se trataba de la educación femenina en el Virreinato
y nada podía decirse en cuanto a textos, ni programas ni grados, ni siquiera la existencia de escuelas femeninas como instrucción formal. Consideraron que el manuscrito no tenía lugar en la obra colectiva y lo eliminaron del proyecto.
Ya sin esos requisitos lo propuse de forma independiente, y en 1987, El Colegio lo publicó, con todos los dictámenes y aprobaciones, pero fuera del seminario y de la colección y con una modificación en el título que marcaría mi nueva meta. Sería: Las mujeres en la Nueva España. Educación y vida cotidiana.

Mis compañeras (ya nos habían abandonado los ocasionales varones del grupo) aceptaron las nuevas propuestas y se sucedieron publicaciones, congresos, reuniones, en completa armonía. Pronto salieron mis nuevos textos, dedicados a los grupos que dispusieron de escuelas y maestros. Así se publicaron los libros sobre educación indígena y de los criollos, ambos en 1990. Mientras tanto, la Universidad Iberoamericana había publicado, en 1989, uno de mis libros más queridos y menos conocidos: La educación popular de los jesuitas. Era mi homenaje de gratitud a los jesuitas que con generosidad y sin censuras ni exigencias me habían ayudado en la localización de documentos originales y valiosos. Los padres Olmedo, Palomera, Churruca, Pérez Alonso, Gutiérrez Casillas y alguno más que sin duda olvido.

Esos cuatro libros eran el fruto de casi 20 años de búsquedas  y reflexiones. Consideré que había cumplido mi compromiso con el tema de la educación, que nunca he sentido ajeno. Porque yo creo que la educación es la formación para la vida y eso no requiere libros ni programas ni planes de estudio. Tampoco se limita a cierta edad o a determinado espacio. Durante toda la vida estamos aprendiendo algo y, con suerte, también estamos transmitiendo algo de lo que aprendimos. Tenía claro que lo que a mí me interesaba era la vida cotidiana, también aprendí que no me gustaba el trabajo solitario, que las ideas nacían dialogando y que la compañía podía ser creativa. ¿Quién compartíría conmigo esas dos pasiones? Lo comenté con algunos compañeros y nos atrevimos a emprender la tarea más ambiciosa y que también ha resultado la más exitosa y popular del Seminario, la Historia de la vida cotidiana en México.

 

Por entonces, 1998, contaba con el entusiasmo y la gran sabiduría de mis queridos amigos Anne Staples, Antonio Rubial y Aurelio de los Reyes, que junto a mi hijo Pablo, fueron los excelentes coordinadores de los volúmenes que se publicaron en los años 2004 a 2006 y se siguen vendiendo con aceptación hasta el día de hoy. Aprovecho para hacer una pertinente aclaración: son nuestros libros más exitosos, los que han logrado el mayor número de ventas y por los que nunca hemos recibido ni un centavo de regalías. Por algún descuido en la firma del convenio, ni El Colegio ni el Fondo asumieron que habría que compensar a los autores. Así es la burocracia: los expertos olvidan que existen los autores.

Algunos de los autores de la magna obra se incorporaron al seminario de historia de la vida cotidiana y hasta hoy permanecen el inigualable Antonio Rubial, compañero en todas las aventuras, que no han sido pocas, Leticia Mayer, Valentina Torres-Septién, Verónica Zárate, Flor Trejo, Miguel Ángel Vásquez y otros que colaboraron durante algún tiempo y sus nombres han quedado en las publicaciones de dos décadas.